Eterno Refugio PRIMER ABRAZO DE NUESTRO SEÑOR, una vez en 1958

PRIMER ABRAZO

Una vez en 1958
En España, en un pequeño pueblecito de Cádiz, Chipiona. Un Domingo temprano por la mañana mi querida mamá terrenal, me llevó a la Iglesia por primera vez (que yo recuerde). No me acuerdo de muchas cosas cuando era tan pequeño, pero esta primera visita a la Casa de Dios, puedo sentir aquellos momentos como si estuviese viviendolos actualmente. Ibamos muy de prisa agarrados de la mano, y entramos volando a través de la puerta oeste del santuario. La primera cosa que vi, fue una estatua de tamaño natural de un hombre sentado en una roca. Este hombre tenía en la cabeza una corona de espinas y estaba sangrando por todas partes, Su cuerpo estaba lleno de golpes que se reflejaban por los colores morados en su piel, y Su boca estaba entreabierta como si tuviese dificultad en respirar. Una caña tenia entre sus brazos y piernas. Sentí muchísima piedad por el indefenso hombre, y no podía comprender como era posible de que alguien hubiese podido ser tan maltratado y herido de muerte. Sintiéndome muy emocionado con lagrimas en mis ojos, pregunté a mi mamá, ¿ Quien es ese hombre ? Ella respondió, ¡ Jesús ! le hice mi segunda pregunta ¿ Quien lo ha herido tanto ? su respuesta fue rápida, ¡ nuestros pecados ! Esta respuesta me mantuvo callado por un momento. No podía figurarme, como y cuando, le hicimos eso a El. Muy rápido alcanzamos el reclinatorio, donde mi mamá se arrodilló, y comenzó a rezar. Algunas personas estaban sentadas, otras pensando, leyendo, hablando. Fui otra vez a ver a Jesús coronado de espinas, cuando regresé con mi mamá, sin nadie hacer ninguna indicación, todas las personas incluso mi mama, se pusieron de pie rápidamente, y empezaron a hacer la señal de la cruz. Me preguntaba quien les dijo que hiciesen todo al mismo tiempo y de la misma manera, cuando el sacerdote habló, todos contestaban lo mismo y al mismo tiempo.
Fui de nuevo a ver a Jesús sufriendo. El era tan real, que me parecía ver su dificultad en respirar. Cuando regresé con mi mamá otra vez, esta vez todos estaban muy callados y de rodillas. Mi mamá tenia sus manos en posición de oración, rozando sus dedos a sus labios y su nariz, pero tenía lagrimas cayéndole por sus mejillas, esto de nuevo me causo los mismos sentimientos de piedad que sentí cuando vi a Jesús sufriendo. Con lagrimas otra vez en mis ojos, pregunte a mi mamá , ¿ Porque estas llorando ? Ella me abrazo con su brazo derecho. Con sus labios rozándome en mi oído izquierdo me susurró muy suavemente, !Joaquin ! Esta es la Consagración. Cuando el sacerdote eleva el pan a lo alto, y oigas las campanillas sonar, el pan deja de ser pan y se transforma en el cuerpo vivo de nuestro Señor Jesús. Debemos decir como Santo Tomas dijo cuando vio a nuestro Señor,
¡ Señor Mio !... ¡ Y Dios Mio !
En ese preciso momento escuchamos las campanillas sonar. Sentí en todo mi cuerpo como un temblor y en mi piel se me pusieron los bellos de punta. De alguna manera supe de que era Jesús quien me estaba abrazando y diciendo….

¡ Te amo !

Le respondí ¡ Señor Mío !... ¡ Y Dios Mío ! Así fue como sentí ...

MI PRIMER ABRAZO CON NUESTRO SEÑOR.

Desde entonces, cada vez que voy a Misa, y siempre que siento que en la piel se me ponen los bellos de punta, Le respondo a Nuestro Señor,

¡ Señor Mío !... ¡ Y Dios Mío !,....Yo también Te amo a Tí !!!!
Con esta respuesta sé, de que siempre estaré correspondiendo a Nuestro Señor en cada abrazo que El me quiera conceder !!

Entre Septiembre y Octubre del mismo año, estaba jugando a los indios y vaqueros con unos amigos. Encendimos un fuego real de muchas ramas y hojas procedentes de seis altas parras de uva que crecían para dar sombra en el porche de nuestra casa. Danzamos alrededor del fuego como los indios hacían en preparación para la guerra. Después comenzamos a correr hacia la gran humareda y saltábamos el fuego a través del humo. Cuando llego mi turno para saltar, corrí hacia el fuego como todos los demás, pero tropecé con un alambre que estaba casi enterrado de una vieja alambrada, me caí directamente en el centro del gran fuego, rápidamente me levante poniendo mi antebrazo derecho, mano y rodilla derecha en el carbón ardiente. Instantáneamente, mi ropa comenzó a arder fundiéndose con mi carne. Esta es la única vez que yo recuerde, de que corría muy rápidamente, porque nadie pudo alcanzarme por un rato. Gracias a Dios que mis amigos finalmente lo hicieron porque cuanto mas corría, mayor era el fuego. Me llevaron a la aljibe de nuestra casa y apagaron el fuego echándome unos cuantos cubos de agua, pero yo me sentía como si estuviera ardiendo en el infierno. La limpieza de mi piel fundida en la ropa quemada fue muy, muy dolorosa! Finalmente después de un par de horas, cuando el doctor finalizo con su tarea, me pusieron en mi cama para que me recuperase, pero ya no podía resistir mas el horrible dolor. Las palabras de consuelo de mi familia no me aliviaron en nada, y me sentía muy desesperado. Por la gracia de Dios Le recurrí, ( y no fue porque yo lo pensé) a nuestro Señor Jesús. Recuerdo que en mi desesperación, llorando, casi asfixiado, porque mi corazón estaba muy sofocado, en mi mente Le dije a El:
Por favor !!! Por favor !!! mi querido Jesús, déjame morirme ahora, porque ya no puedo sufrir mas !!! Por favor llévame Contigo, Por favor hazlo !!!
Instantáneamente sentí Paz. Extrañamente y sin poder explicarlo sentí un mayor calor, pero este calor no me quemaba ni me hacía ningún daño, sino todo lo contrario, me estaba refrescando, librándome de todo mi dolor. Le di gracias a Nuestro Señor por haberme llevado al cielo ......., pero cuando me desperté , no estaba en el cielo, porque yo continuaba en mi cama .........Si, Nuestro Señor no hizo tal como Le pedí , de que me dejase morir,...... pero de otro lado, sí que El se llevó instantáneamente todo mi dolor !!!! Esa fue:

LA PRIMERA SANACION DE NUESTRO SEÑOR QUE YO SENTI.
Hoy (40 años después de aquel accidente) todavía tengo las cicatrices en mi codo derecho con unos 12 cm por 5 cm y en mi rodilla derecha la cicatriz de unos 12 cm de diámetro. Cada vez que veo estas cicatrices, Le doy gracias a Dios por Su Misericordia en rescatarme fuera del infierno ..... o de los peligros. Créeme:
Yo me sentí com que estaba en el infierno en aquel momento !!!
Pero tengo entendido de que no hay comparación entre los fuegos de aquí en la tierra y los fuegos del infierno............... Señor ten piedad de mi, porque soy un pobre pecador!!!

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